Volver a la rutina puede ser complicado, por ello es importante anticipar a las niñas y niños el cambio de ritmo
El mes de septiembre es sinónimo de vuelta a la rutina. Muchas personas pueden sentirse deseosas de volver a tener horarios, estructura y orden; mientras que otras desearían poder alargar el mes de agosto un poco más. Con la llegada del nuevo mes llega también un nuevo curso escolar. Tras varias semanas de vacaciones se vuelven a poner en marcha las aulas y las actividades escolares.
Las personas adultas tenemos interiorizada la idea de septiembre como mes de vuelta al ritmo de vida normal, sin embargo, este concepto puede costar un poco más en niños y niñas. Por ello, durante los primeros días pueden experimentar diferentes emociones provocadas por el cambio.
Decir adiós al "modo vacaciones" unos días antes de volver a la rutina es una forma muy eficaz de adaptación
Como educadores podemos anticipar y prevenir de cierta forma la ansiedad que puede darse por el cambio de horarios. Una buena manera de comenzar es modificar el “modo vacaciones” unos días antes del inicio de clases, es decir, crear hábitos de sueño, comidas o cambio en el ritmo de actividades antes de la llegada del nuevo curso. Esto permite anticipar las rutinas de descanso necesarias para el incremento de actividad y horarios que tendrán durante el nuevo curso escolar.
En cuanto al establecimiento de nuevas rutinas, una idea interesante es hablar y pactar cómo se desarrollarán los días de cara al comienzo del colegio. Tener una buena rutina es sinónimo de éxito. Todas las personas necesitamos apaciguar la incertidumbre y saber gestionar nuestro tiempo. Por ello, es fundamental que desde la infancia estas se fomenten. Una de las mejores formas de hacerlo es crear una tabla de rutinas de manera pactada e informada. Niños y niñas deben conocer cómo se desarrollarán sus días; cuál es la hora de levantarse, su horario de colegio, cómo se organizan las tardes… Anticipar esa información permitirá que no les sorprenda y estén preparados para su día. No debemos olvidar en este caso, dejar muy claro cuáles son sus momentos de tiempo libre cada día y que nuestras rutinas pueden tener modificaciones por las circunstancias del día a día.
El tiempo libre tiene que ser un momento de descanso. En ocasiones, pensamos erróneamente que el tiempo libre es tiempo perdido. Pero nada más lejos de la realidad. La libertad para realizar actividades que gustan y atraen tiene grandes beneficios como el juego, la creatividad o la libertad de elección, entre otras. Todos y todas necesitamos tiempo para realizar acciones que nos dan placer y alejarnos así de las tareas diarias. Física y psicológicamente hablando, es completamente necesario y por ello debe ser una premisa a tener en cuenta a la hora de establecer una tabla de rutinas.
Hablar de lo que esperan del nuevo curso puede aportar a los menores confianza y seguridad
Otro aspecto fundamental que debe considerarse es el estado emocional en el que se encuentra el niño o niña a la hora de afrontar el cambio e inicio de la escuela. La perspectiva puede ser más positiva o negativa dependiendo del grado de estrés que implica el colegio. Esta es una de las razones por las que nuevamente, como adultos, debemos anticiparnos y aliviar esa tensión. ¿Cómo podemos ayudarles a gestionar el estrés que provoca el inicio del cole? Anticipándonos. Hablar y validar sus emociones puede ser una forma estupenda de comenzar. Temas de conversación como: qué cree que aprenderá este nuevo año; hablar de compañeros y compañeras; dar confianza y seguridad de que todo irá bien son pequeños gestos que pueden ser muy agradecidos. La premisa es la misma: dar espacio a la expresión de sus emociones y validarlas.
Por último, destacar el papel de los y las adolescentes. En el caso de la adolescencia nos encontramos con personas más autónomas que suelen organizar su tiempo de estudio y descanso, así como conocen sus horarios escolares. No obstante, es interesante mantener ese apoyo emocional y ayuda en la gestión del estrés, prestar atención a su estado psicológico puede ser una medida de prevención en futuras situaciones de ansiedad, frustración o falta de autoestima.
Dedicar tiempo a preparar con los menores el inicio de curso según sus necesidades será clave para que afronten de manera sana uno de los meses de más cambio para ellas y ellos, en el que su rutina cambia por completo.