Resonante nació hace más de 10 años. Ferran, con poco dinero pero con mucha imaginación y ganas, fue desarrollando su idea de hacer con la música algo diferente. Al principio era un hoby, pero poco a poco el proyecto fue evolucionando y se sumaron los demás componentes. Lo han convertido en su forma de vida.
“Además de reutilizar materiales, lo haces divirtiéndote con la música”, así resume Natalia los dos valores que Resonante pretende transmitir: la ecología y que la música va más allá del instrumento que te compras en una tienda. “No hace falta tener 1.000 euros, la música está en todas partes”, opina Carlos.
Ellos encuentran la música en una gran cantidad de materiales que reciclan para construir sus instrumentos. Sobre esas creaciones explican que la inspiración les llega de muchas formas. “Algunos instrumentos los hacemos imitando instrumentos que conocemos y que nos gustan de diferentes culturas”, cuenta Carlos. Natalia añade que: “a veces hay algo que te gustaría construir y vas probando cosas. Cuando lo acabas descubres sonidos que había por ahí”. Pero no siempre tienen decidido el instrumento que quieren, hay casos en los que son los materiales los que les dan las ideas. “Te encuentras algo que se puede reutilizar y te viene a la cabeza el sonido que se le podría sacar”, dice Carlos, que recuerda que cuando entró Judit en el proyecto sí que se hizo más trabajo de investigación para construir su instrumento. “Judit es violinista desde los 8 años y necesitábamos tener un violín”, comenta.
Resonante es un ejemplo de esos valores en los que tanto creen y que transmiten en todos los trabajos que engloba el proyecto.